miércoles, 21 de septiembre de 2011

Volando


Cerré los ojos y cuando los abrí, me encontré flotando en el aire y me di cuenta de que estaba volando, de que podía controlar mis movimientos en el aire. Sin dudarlo un momento quise ascender, quise subir hacia el cielo, quise llegar a las nubes grandes y no tan grandes para poder comprobar que se pueden traspasar. Sentí en cada uno de los poros de mi piel aquel fresco o no tan fresco que te provoca atravesar una nube, pero hubo una nube que no pude atravesar. Era una nube blanca como todas las demás, con aspecto algodonoso, con ese aire tranquilizador, con sombras, alumbrada por el sol. Sin pensarlo más me acosté encima de ella y observé cada espacio por pequeño que sea, cada trozo azul claro del cielo y me dormí. Al abrir los ojos me encontré acostado en mi cama y, en frente mía, el color blanco de la pintura del techo de mi habitación.