lunes, 4 de junio de 2012


Un día llegaste y lo cogiste. Si, hablo de mi corazón, ese que te quería, que me producía una alegría inmensa al hablar contigo, ese que me obligaba a pensar en ti a todas horas, el que hacía volar a las mariposas y andar a todos los animales del puto zoológico que creaste en mi estómago. Un día lo agarraste y prometistes guardarlo y cuidarlo mejor que al tuyo, pero ahora esta tirado en el suelo, sucio y pisoteado. Pensé que lucharías por conservarlo, pero lo veo así y no puedo con esto.
Que si, que son metáforas, que cansan, pero son la única forma en la que me puedo desahogar, ya que tu me borras de tu vida de tal forma que no puedo ni opinar sobre lo que ocurre. Rechazas lo que más quieres por lo que más odio, te llenas de orgullo, poniendote una coraza que me hace más daño y que... Ya da igual, esto no te llega, y a mi no me sirve para expulsar lo que siento. Así que aquí acaba todo, porque un orgullo se interpuso en esto.