lunes, 11 de junio de 2012

Diciéndonos bajito que lo nuestro siempre se hará eterno.

Bastó solo un segundo, una mirada, una sonrisa o tan solo un simple roce que no venía a cuento, para enamorarme de esos ojos, de esa bonita sonrisa, o del tacto de mi piel sobre tu piel. En un simple momento me di cuenta de que tus ojos marrones son los más bonitos que hay. De que tienes los dientes realmente blancos, y todos perfectos. De que tu piel se pone de gallina cuando te la acarician suavemente, y creo que eso te hace estremecer, sentirte bien, a gusto. También me di cuenta de que podemos formar un pequeño mundo tú y yo, solos, ¿para qué más? Tan solo tú y yo. Nadie que nos moleste, que nos ponga reglas, que nos distancie, nada que se interponga entre nosotros. Un mundo donde seamos felices, que todo sea perfecto y único. Sentí como tu sonrisa se clavaba en mi interior, como atravesaba cada parte de mi cuerpo haciendo que todos mis músculos se paralizasen por varios segundos, sin saber que decir, ni que hacer, tan solo gesticular varias tonterías que no tienen sentido alguno. Y cuando me miras, ¿qué? Ahí es cuando me siento realmente tonta. Realmente perdida, sintiendo miles de sentimientos atormentados que no los entiendo ni yo misma. No me hizo falta ningún beso, ninguna razón, ningún 'te quiero' ni ninguna señal para saber que me había vuelto completamente loca, por ti. Por que me enamoré la primera vez que te vi.