sábado, 28 de enero de 2012

Un 31 de Diciembre cualquiera...

Una noche cualquiera, en un lugar desconocido para muchos menos para mi. Salgo de mi casa, metida en aquel vestido negro con brillantitos que relucían a la luz de la luna y su vida en aquellos tacones rojos que me hacían sentirme un poco mas segura de mi misma. Claro esta que no iba sola a aquel lugar, subí la calle que me llevaría a la puerta de la felicidad por una noche. Cuando llegue no había nadie, pero en menos de un segundo casi todos llegaban, allí estaba entre esa gente, no me di cuenta hasta pasado un rato. Me prepare un cubata de Malibu con fata de limón, suena raro lo se pero soy así. Salí a la calle a pasar el rato y a echarme un cigarro para  matar el tiempo hasta que comenzara la fiesta, y justo en ese momento me di cuenta de que estabas allí. Me diste dos besos y me susurraste que iba muy guapa, yo te dije que eso lo merecía que tu también ibas muy guapo y se creo el silencio, hasta que me pediste un tiro del cigarro que rozaba en esos momentos mis labios. De pronto una multitud de gente se aproximo y comenzó la fiesta, de vez en cuando me escabullía sola a la calle a consumir otro cigarro pero pocas eran esas veces, casi siempre me acompañabas. El tiempo pasaba, los flashes saltaban, las risas junto con la música destruían el silencio de la noche. Entramo dentro por que el frió nos calaba los huesos, pero no te separaste de mi lado, ahí estábamos bailando entre tanta gente, sonriendo como pocas veces lo hemos echo. La noche se acababa, pero no dejábamos ninguno de los dos de estar juntos, por un momento desaparecí de toda aquella multitud y luego volví, pero al hacerlo ya no estabas allí. Pregunte a todo aquel que conocía por ti, nadie sabia nada. Entonces algo dentro de mi me impulso a salir a la calle y a comenzar a bajar la calle, y allí estabas mi instinto no había fallado. Me senté a tu lado y me calle, tu me dijiste que gracias por todo que me querías mucho, que era muy importante para ti, y de mis ojos brotaban lagrimas, me pediste que no llorara por ti, yo no podía contenerme pero lo hice. No sabia que hacer, quería que esa noche no acabara nunca, pero llego a su fin y ahora nos queda el recuerdo y la certeza de que volveremos a vivir momentos iguales o aun mejores.