viernes, 6 de enero de 2012























No creas que es fácil estar así, a diez metros de distancia, verte cruzar el semáforo,

 la calle mojada y el agua empapando mi cara, el pelo pegado a mi rostro, y entre él
 puedo ver tu cuerpo cada vez más cerca, caminando hacia delante, un instante en
cruzarnos y tu mirada se esconde de la mía bajo el gorro de tu abrigo negro. No es
 fácil verte pasar por mi lado, paralelamente, y no quieras acordarte de mí, de mis ojos, 
de mis manos que ahora se esconden congeladas dentro de los bolsillos de este fino jersey.
 Hace frío, mucho frío. Y el agua empieza a filtrarse por los poros de mi piel, lentamente 
alcanzando mi corazón, y lo ahoga. Me ahogas el corazón. Estoy aquí, desde el preciso
 instante, desde el preciso segundo en que nuestras miradas se han cruzado y tú has huido
 de mí. Estoy aquí, quieta, parada, vacía, congelada. Y la gente no deja de cruzar esta calle
, este semáforo. Vienen y van, sin importarles nada. Quiero rebobinar, por favor, y todo se
 detenga en el instante de nuestras miradas. Que se pare el mundo.