domingo, 4 de marzo de 2012

Solo te pido cinco minutos de tu agitada vida, de tu preciado tiempo. Bien, siéntate aquí. No digas nada, ahora es mi turno, me toca hablar a mi. Llevo un tiempo pensando en como decirte esto, pero no he encontrado ni las palabras necesarias, ni el momento adecuado. Tal vez no tenga las fuerzas que debería de tener, para afrontarlo. Pero bien, las pocas que tengo las voy a utilizar. No soy capaz de verte decaído y quedarme sentada en una silla, en cualquier baldosa... mi mente y mi cuerpo, me chillan que me levante, que camine hacia a ti y que te lleve a un rinconcito de este inmenso mundo donde podamos hablar tranquilos. Cuando doy ese paso y estamos hablando, solo con un simple "estoy aquí, ya lo sabes", te desahogas y en ese momento me doy cuenta de lo pequeño que puedes llegar a ser. Da igual las veces que discutamos, las que nos dejemos de hablar... las broncas tontas, da igual... solo importa que esto no se acabe, porque ambos no queremos que pase.